El elemento final de cada sesión de terapia es la retroalimentación. Hacia el final de la primera sesión, la mayor parte de los pacientes tienen sentimientos positivos hacia el terapeuta y la terapia. Pedirles retroalimentación fortalece el rapport, ya que, con esa acción demuestran interés por lo que el paciente siente. También es esta una ocasión para que el paciente se exprese y para que el terapeuta resuelva cualquier malentendido.
T: Al final de cada sesión, te voy a pedir retroalimentación. Me contarás entonces lo que sientes respecto de lo que ha ocurrido en la sesión. Existen dos posibilidades, decírmelo directamente y/o escribirlo en un informe que deberás completar en la sala de espera después de la sesión. Yo lo leeré y, si hay algún problema, lo incluiremos en el plan de nuestra próxima sesión. ¿Hubo en la sesión de hoy algo que te molestara?
P: No, estuvo bien.
T: ¿Algo importante que quieras destacar?
P: Creo que quizá pueda sentirme mejor si examino lo que pienso. T: Bien. ¿Hay alguna otra cosa que quieras decir o que quieras incluir en el plan para la próxima sesión?
P: No.
T: Muy bien. Ha sido un placer trabajar hoy contigo. ¿Podrías, por favor, completar el informe de terapia ahora, en la sala de espera y los otros formularios que te entregué antes de la próxima sesión? Procura, además, hacer las tareas para el hogar que apuntaste. ¿Está bien?
P: (Asintiendo) Está bien. Gracias.
T: Nos veremos la próxima semana
PP: 64
INFORME DE TERAPIA
1. ¿Qué cosas de las que se trataron hoy son importantes para recordar?
2. ¿En qué medida pudo confiar hoy en su terapeuta?
3. ¿Hubo algo que le molestó hoy en su sesión? En caso afirmativo, ¿qué cosa fue?
4. ¿Cuánto trabajo hizo en su casa para la sesión de hoy? ¿Qué posibilidades hay de que cumpla con las nuevas tareas asignadas?
5. ¿Qué cosas querría asegurarse de tratar en la próxima sesión?
Algunas veces el paciente tiene una reacción negativa ante su primera sesión. El terapeuta trata entonces de especificar el problema y establecer el significado que tiene para el paciente. Luego interviene y/o plantea el problema para abordarlo en la siguiente sesión, como en el ejemplo que sigue:
T: ¿Hubo algo que te molestara en esta sesión?
P: No lo sé. No estoy segura de que esta terapia sea adecuada para mí.
T: ¿Piensas que no te ayudará?
P: En realidad, no. Yo tengo problemas reales en mi vida. No se trata simplemente de lo que pienso.
T: Me alegro de que me lo hayas dicho. Esto me da la oportunidad de decirte que yo también creo que tienes problemas reales en tu vida. En ningún momento quise decir que no los tuvieras. Tienes problemas con tu jefe, con tus vecinos y experimentas sentimientos de soledad...Está claro que esos son problemas reales sobre los cuales trabajaremos juntos para tratar de encontrar soluciones. No creo que baste con solamente examinar los pensamientos. Si te he trasmitido eso, lo lamento.
P: Está bien... es sólo que... bueno, me siento abrumada. No sé qué hacer.
T: ¿Deseas regresar la próxima semana para trabajar juntos sobre esos sentimientos que te abruman?
P: Sí, creo que sí.
T: ¿Acaso las tareas que te asigné contribuyen a hacerte sentir abrumada?
P: Puede ser.
T: ¿Preferirías dejarlas de lado? Podríamos decidir ahora que no hagas tareas esta semana. Podemos hacerlas juntos en la próxima sesión. También puedes llevar la hoja a tu casa y ver si deseas hacerlas.
P: Si me las llevo y no las hago, me sentiré culpable.
T: Está bien. Entonces decidamos no hacerlas. ¿Hay alguna otra cosa que te haya molestado en la sesión de hoy?
Aquí el terapeuta se da cuenta de que es necesario fortalecer la alianza terapéutica. Es posible que él no haya percibido los signos de insatisfacción de la paciente durante la sesión, o bien que ella los haya ocultado. Si el terapeuta no hubiese pedido retroalimentación acerca de la sesión o hubiese tenido menos capacidad para manejar la retroalimentación negativa, es posible que la paciente no hubiese regresado la siguiente semana.